Mientras el mundo entero libra una batalla contra el coronavirus, con Europa como nuevo epicentro de la epidemia, la situación que se vislumbra en Latinoamérica es preocupante. La semana pasada comenzó con un Lunes Negro: la expansión del Covid-19 generó una corrida entre los inversores, agravada por la potencial guerra de precios entre los países de la OPEP y Rusia, lo que hace que el pronóstico económico 2020 sea preocupante para América Latina.
El derrumbe en los precios del petróleo rozó la línea roja de USD 30 por barril. Si bien la recuperación de los últimos dos días parece haber dado algo de aire a los mercados, la incertidumbre domina un escenario difícil de digerir, sobre todo para los países emergentes.
Pronóstico económico 2020, un panorama complejo
En los países de Latinoamérica, los casos de coronavirus se multiplican día a día. Los gobiernos ya han adoptado algunas medidas drásticas como la cancelación de vuelos, el cierre parcial de las fronteras y la postergación de eventos masivos como ferias, conciertos, exposiciones yfestivales.
Menores expectativas de crecimiento.
Los economistas del Bank of America Merrill Lynch recortaron sus proyecciones de crecimiento en su informe sobre el pronóstico económico 2020 para Latinoamérica. En lugar del +1,2% previsto a principios de marzo, las estimaciones ahora se sitúan en un +0,7%, y evalúan un escenario incluso más oscuro, con una desaceleración que rondaría el 0,2%.
La mayor economía regional, Brasil, podría caer hasta 4 puntos, con un estimado de crecimiento del 1,5% para el 2020. México está en aprietos: en vez de expandirse un 0,5%, las previsiones estiman una contracción de su economía en el orden del 0,2%.
Fuga de capitales.
Otro de los factores que afectan seriamente el pronóstico económico 2020, es el derrumbe de precios en el petróleo y el pánico ante la ante la propagación del coronavirus han incrementado la percepción del riesgo a nivel mundial. La consecuencia directa es una salida de capitales de los países emergentes. Todos los activos de la región muestran una tendencia a la baja, con los tipos de cambio que se deprecian, al igual que los precios de los bonos.
En una entrevista con Xinhua, el economista argentino Pablo Bortz declaró que la semana pasada “hubo una salida masiva de inversores de todos los activos financieros de la región”. El país que registró la peor baja en su indicador bursátil fue Argentina, con un Merval que se desplomó un 13,75%. Esta baja está fuertemente ligada a la caída del 23% en las acciones de la empresa petrolera estatal, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
La tendencia se repite en Brasil, con el Bovespa que registró pérdidas de 12,17%; en Colombia, con una caída del Colcap del 10,53%; la Bolsa Mexicana de Valores, por su parte, retrocedió un 6,42% y la Bolsa de Santiago, un 4,58%.
Endeudamiento del sector público y privado.
Otra situación que habrá que seguir de cerca es el nivel de endeudamiento de las empresas. Con los inversionistas en busca de activos más seguros, es probable que se produzca una crisis de liquidez internacional, porque bancos, empresas e inversores que suelen especular con la deuda, tendrán que afrontar pagos adicionales para renovarla.
Un capítulo aparte merece la renegociación de la deuda pública argentina con dos grandes acreedores: el Fondo Monetario Internacional (44.000 millones de dólares) y los tenedores de bonos (aprox. 68.842 millones de dólares). La deuda de Argentina crece a medida que se devalúa el peso, con un riesgo país que el pasado viernes tocó los 3.124 puntos. Las posibilidades de obtener un préstamo se encogen y el riesgo de caer en default podría ser inminente.
Commodities: caída de precios, merma de la demanda, menor recaudación.
Los países de América Latina deberán afrontar un menor ingreso de divisas en concepto de exportaciones, debido a la caída de la demanda de materias primas. Cabe considerar que el 10% de las exportaciones de la región tienen a China como destino, y el 18% de las importaciones son de origen chino.
Inés Bustillo, directora de la oficina del CEPAL con sede en Washington remarca que los más perjudicados serán “los países cuyas economías se sustentan en los recursos naturales como los granos, el petróleo, el cobre y el níquel; y en el turismo”.
En el caso de Argentina, el primer sector afectado será el agropecuario: “la caída en las exportaciones rondaría los USD 3.500 millones, con un impacto decisivo en la recaudación fiscal”, afirma María Castiglioni, socia del estudio C & T Asesores Económicos, en diálogo con Infobae.
Caída del consumo interno y medidas de compensación.
En algunos sectores, el impacto de la pandemia será inevitable. La cancelación de vuelos y paquetes turísticos pondrá en jaque a la industria del turismo. Con la adopción de medidas de aislamiento habrá desabastecimiento, provocado por el acopio de provisiones. Luego sobrevendrá una caída del consumo y el paro – parcial o total – de las operaciones provocará una baja significativa en la producción industrial.
La devaluación de todas las monedas de la región también provocará alzas en los precios de productos importados, como los dispositivos electrónicos, pero también de algunos insumos médicos esenciales. El resultado será un menor poder adquisitivo y el empobrecimiento de la población.
Dependiendo de cómo avance la epidemia en las próximas semanas, el sistema sanitario podría verse colapsado, sin personal, insumos ni equipamiento suficiente para afrontar la crisis. El FMI ha puesto a disposición USD 50.000 millones para ayudar a los países afectados por la epidemia. Y en cada país se están destinando partidas presupuestarias especiales para equipar al sistema hospitalario y fortalecer el diagnóstico de casos.
Las medidas de compensación que anuncien los gobiernos serán clave para paliar los efectos de la crisis. En este sentido, algunas opciones que podrían barajar son: reducción de impuestos, subsidios para sostener el salario de los trabajadores en cuarentena, subsidios a las empresas, aumentar y ampliar la transferencia de ayudas -en dinero y especies – a los grupos más vulnerables, entre otras.
A esto se sumarán las dificultades de abastecimiento, ya que la circulación de gran parte de las partes y repuestos (aún aquellos que no provienen de China) se verá afectada por los problemas del circuito logístico. Por ejemplo, con el cierre de los aeropuertos de EEUU, aún no se sabe qué pasará con los aviones de carga. También habrá que lidiar con una reducción de inventarios de materias primas o de productos finales importados de Asia. El retail en sectores como el calzado, el vestuario y la electrónica – donde la mayor parte de los productos se importan de China- se verá particularmente afectado.
Una oportunidad para transformarse
Por último, en medio de esta tormenta, hay una ventana de oportunidad para la transformación digital. Aquellas compañías que logren incorporar tecnologías para acompañar procesos logísticos estarán mejor preparadas para sortear las dificultades. Será clave poder visualizar actores de mercado alternativos para cambiar el destino de los envíos. Y considerar nuevas fuentes de abastecimiento.
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