Desde la aparición la gripe de Wuhan en China, las noticias económicas a nivel mundial fueron de alarma, recesión e incertidumbre. En menos de tres meses las bolsas de valores se desmoronaron, el precio del petróleo cayó más de un 25 por ciento y la producción industrial y el comercio global sufrieron una baja significativa, gracias al efecto coronavirus y potenciado por la guerra entre el gigante asiático y Estados Unidos.
Además, el turismo y el transporte de pasajeros se paralizaron, poniendo en peligro la estabilidad de muchos países cuyas finanzas dependen en gran medida de estos sectores. Pero, ¿cómo es posible que un virus en China haga temblar a los mercados y ponga en riesgo el desarrollo y el crecimiento de la economía mundial?
La crisis en China.
Los primeros indicios del efecto coronavirus, sucedieron en el ground zero de la pandemia: Wuhan.
Cuando en Enero se detectó el brote de COVID-19, en esa localidad, el gobierno decretó la emergencia sanitaria y cerró escuelas, negocios y fábricas para intentar detener la crisis. Este freno en las actividades, sumado al corte de las operaciones comerciales, está generando una fuerte caída en el consumo y en la producción de bienes y servicios en el país.
A fines de 2019 China representaba cerca del 16 por ciento del producto bruto interno, el 13 por ciento del comercio y el 12 por ciento de la demanda de petróleo a nivel global. Al ser el gigante asiático una de las grandes potencias económicas del mundo, los efectos de esta epidemia traspasaron sus fronteras y están teniendo repercusiones en todos los continentes.
La caída en el precio del petróleo.
Una vez encendida la alarma por el brote de la gripe, el temor a una baja en la demanda de productos por parte de China generó una fuerte caída en el precio de las materias primas dando lugar a las primeras consecuencias del efecto coroanvirus. El petróleo, por ejemplo, bajó su cotización en más de un 25 por ciento, sufriendo su mayor derrumbe porcentual desde el inicio de la Guerra del Golfo, en 1991.
Para complicar aún más la situación, Rusia y Arabia Saudita iniciaron una guerra de precios, al oponerse la primera a realizar nuevos recortes en la producción de crudo, como proponía la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Esta entidad quería extender la baja en la oferta hasta el 2021, con el fin de estabilizar los mercados frente a la crisis.
Sin embargo, ante la negativa rusa, los sauditas redoblaron la apuesta abaratando sus valores y anunciando que en abril aumentaran su producción en más de 2,5 millones de barriles diarios. Esto provocó que la caída del precio del petróleo durante los primeros días de marzo fuera todavía mayor.
La propagación del coronavirus.
Desde hace varias semanas la enfermedad dejó de ser un problema exclusivo de China y ya se registraron casos de coronavirus en todos los continentes, excepto la Antártida. A mediados de marzo ya se contabilizaban más de 120 mil personas contagiadas en 115 países y más de 4 mil muertos confirmados. En tanto, los pacientes que ya se habían recuperado de la enfermedad superaban los 64 mil.
China con más de 80 mil casos lideraba el ranking de diagnósticos, seguida por Italia (10 mil), Irán (8 mil) y Corea del Sur (7,7 mil). La velocidad con la que se expande el virus llevó a que varios países cerraran sus fronteras, mientras que otros prohíben el ingreso de ciudadanos provenientes de lugares con altos niveles de infección.
En Europa, naciones como Italia, Alemania y Francia están comenzando a tomar medidas extremas, como la paralización de sus actividades, la prohibición de las reuniones multitudinarias y la restricción de los desplazamientos, para intentar combatir la propagación de la enfermedad. Todas estas acciones generarán consecuencias importantes en las economías de dichos países y tendrán repercusiones a nivel mundial.
Incertidumbre en los mercados.
La suma de estas situaciones -la crisis en China, la caída del petróleo y la expansión del coronavirus- está generando una gran incertidumbre y desconfianza en los mercados. Como resultado, las bolsas de valores de todo el mundo están sufriendo caídas importantes, por temor a un freno global de la economía y a una mayor recesión.
Un elemento fundamental para determinar el precio de las acciones son las expectativas a futuro. En este caso, a medida que el virus se expande, en los inversores aumenta el miedo y no se sienten capaces de estimar los costos a mediano y largo plazo que provocará la crisis. Por ello muchos optan por vender y retirarse del mercado, lo que genera un efecto dominó que hace que los precios se desmoronen.
El escenario en América Latina.
En las últimas semanas el coronavirus también comenzó a propagarse en la región. En los primeros días de marzo Brasil era el país con más casos detectados (34), seguido por Argentina (19), Chile (17), Ecuador (15), Perú (11), Costa Rica (9) y México (7). Desde el punto de vista económico, los principales mercados bursátiles de la región también sufrieron el impacto de la crisis, en especial los de Argentina y Brasil. Además, algunas monedas locales tuvieron una fuerte devaluación con respecto al dólar.
Por otro lado, al ser China uno de los principales proveedores de productos e importadores de América Latina, se estima que la caída en la economía del gigante asiático provocará una menor demanda de materias primas y un descenso en la venta de bienes.
Los países más afectados por esta situación serán Chile, Brasil y Perú, que a fines de 2019 destinaban entre el 20 y el 35 por ciento de sus exportaciones a este mercado. En tanto, la caída en el precio del petróleo tendrá consecuencias principalmente en Venezuela, Colombia y Ecuador, cuyos ingresos fiscales dependen en gran medida del valor de sus ventas de crudo.
Si la situación no se revierte en el corto plazo, las expectativas de crecimiento global para este año serán cada vez más bajas. Además, si el escenario de incertidumbre se mantiene, es esperable que muchos grandes inversores de América Latina retiren su dinero de la región y lo coloquen en países más seguros, como los Estados Unidos.
Si bien los efectos de la crisis generada por el efecto coronavirus ya comienzan a sentirse, aún es difícil hacer un balance completo y preciso de cuáles serán sus consecuencias económicas a largo plazo. En gran medida esto dependerá de la velocidad en que la enfermedad siga expandiéndose y el tiempo que demore en ser controlada.
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