Gestionar la contabilidad de manera eficaz es tan necesario en una startup como en una PyME. Sin embargo, el modelo de gestión y el ritmo y expectativas de crecimiento difieren mucho en estos dos tipos de empresa. Y son factores clave que debemos tomar en cuenta en la gestión contable en el corto, mediano y largo plazo.
El término startup define la fase de arranque de una empresa joven, fundada por uno o más emprendedores para desarrollar un producto o un servicio único, innovador y llevarlo, en última instancia, al mercado global. La puesta en marcha de este tipo de empresa se caracteriza por su bajo costo, y la financiación inicial corre por cuenta de sus mismos fundadores, amigos y familiares.
Startup vs PyME: dos modelos de gestión y crecimiento
En su génesis se asemejan a muchas PyMEs que comenzaron o perduran como empresas familiares. Sin embargo, su cultura y su visión de crecimiento – en términos de velocidad y escalabilidad – son radicalmente distintas a las de una PyME.
Una startup parte del riesgo y apuesta a la innovación, prevé ingresos a gran escala y se centra en el potencial de crecimiento. Además, es un modelo de negocio temporal, que busca un crecimiento exponencial. Es común que los fundadores de una startup hayan emprendido varios negocios que fracasaron en el pasado, vistos como oportunidades de aprendizaje.
En su dimensión humana, el sello distintivo de una startup es su flexibilidad y capacidad de cambio. En general se parte de un producto muy básico (MVP, Minimum Viable Product) y se apuesta a la capacidad de iterar el producto o servicio en función de los requerimientos de los clientes objetivos.
El modelo de negocio y el diseño de la comercialización están 100% orientados al cliente. En la gestión del equipo de trabajo, esto se traduce en un liderazgo natural basado en la «horizontalización»: todos los miembros del equipo son igualmente importantes y se promueve la equidad, la creatividad y el aprendizaje continuo.
En contraste, una PyME es una micro, pequeña o mediana empresa más estructurada, que apunta a obtener un beneficio operativo desde el vamos y tiende a enfocarse en el ámbito local y a pequeña escala. Su rasgo distintivo (al menos aspiracionalmente) es la predecibilidad y la estabilidad. Antes de comenzar a operar, sus fundadores habrán analizado un mercado, un nicho específico, un universo de consumidores y se habrán lanzado a conquistarlos.
Las PYMES suelen tener un ritmo de crecimiento más lento y se apoyan en modelos de gestión que han demostrado ser confiables. Buscan perdurar, tienden a un crecimiento más acotado, pero sostenido a lo largo del tiempo. A nivel organizacional, la estructura de la PyME es más formal y jerárquica. La visión del modelo de negocio es más clara desde el inicio.
Panorama del ecosistema tech en Latinoamérica
Los ejemplos de startups exitosas abundan en Latinoamérica y son uno de los blancos favoritos de los inversionistas. El caso más emblemático es la argentina Mercado Libre, una startup visionaria que se anticipó al vuelco al e-commerce y que hoy registra un valor cercano a los US$59,300 millones. Argentina, pese a las dificultades de la crisis, sigue apostando al talento emprendedor con eventos como 100K LATAM, un proyecto del ITBA en colaboración con el MIT Sloan Latin America Office que busca impulsar el desarrollo de startups.
En Argentina, es particularmente importante que el sector privado apoye este tipo de iniciativas, cuando el Estado pone trabas. Hace pocos meses, el gobierno suspendió las SAS y la cuestión todavía se batalla en un callejón judicial de difícil salida. Recordemos que el régimen societario de las SAS (Sociedades de Acciones Simplificadas), instituido bajo la Ley de Emprendedores del 2017 impulsó la creación de 30.000 emprendimientos y 50.000 puestos de trabajo directos. Hoy las SAS miran el futuro con incertidumbre o piensan en trasladar sus operaciones a un país más benigno.
Otro elemento clave para promover el ecosistema de startup latinoamericanas es crear polos de innovación que conecten el talento tecnológico con el sector privado y potenciales inversores. Hay dos países que sobresalen por sus aceleradoras. Chile fue pionera: Start Up Chile (SUP), una iniciativa estatal, ya fue imitada por más de 50 países.
En los últimos 8 años, SUP ha recibido más de 1600 startups a través de sus tres programas (TSF, Seed y Scale). Y este año, nació el programa Growth: un certamen para startups tech orientadas a soluciones digitales. Las empresas ganadoras obtienen la financiación del 50% de su proyecto, acceso al programa de SUP y asesoramiento de mentores locales y globales. En la misma línea se mueve Colombia, con RutaN, en Medellín, un polo que cuenta con el apoyo del Banco Mundial.
Brasil actualmente lidera el ranking de «unicornios» latinoamericanos con 12 startups de tecnología que se han valorizado en 1.000 millones de dólares. Con 13.538 empresas en este segmento, entre enero y septiembre del 2020 las startup brasileñas recibieron una inyección de 2.200 millones de dólares provenientes de fondos de sociedades de capital de riesgo. Una de las empresas emergentes con un crecimiento exponencial es Vtex, que este año abrió oficinas en Singapur.
Startup vs PyME: necesidades de contabilidad distintas
Tanto para startup como PyMEs, contar con información contable actualizada y confiable es esencial para la toma de decisiones. Una PyME necesita organizar su contabilidad de primeras, para cumplir con sus obligaciones impositivas y tener un seguimiento de la rentabilidad del Negocio. Además de monitorear ventas y costes, llevar el pulso exacto de las cuentas por cobrar y los pagos a proveedores es igualmente importante. Tener en mente los plazos de pago, evitará que caigamos en problemas de liquidez.
Disponer de los movimientos bancarios en tiempo real, con las previsiones de los cheques emitidos o a cobrar es indispensable para asegurar nuestra disponibilidad de fondos. Otro tema no menor es la gestión del inventario, para conocer nuestro stock y poder cumplir con las entregas y órdenes de compra.
En su fase inicial, algunas startup llevan la contabilidad de forma rudimentaria, en planillas de Excel, por ejemplo, para evitar los costes de un profesional. Sin embargo, a medida que crece el proyecto, pasa a un primer plano contar con información financiera exacta y detallada y compararla con el plan de negocio.
Además del seguimiento constante de los costes (marketing de contenidos, SEO, SEM, gastos de desarrollo, alquiler de servidores, suscripción de aplicaciones, etc) se necesita clasificar e imputar estos gastos adecuadamente. Y registrar oportunamente los micropagos a través de las distintas plataformas en las que operamos (Paypal, Stripe, etc).
Si no se resuelven a tiempo estas prioridades, la inexactitud de la información financiera, la dispersión de los datos y un reporting mal confeccionado pueden acarrear desagradables sorpresas (sobrecostes, un cash flow irreal), y despertar desconfianza en los inversores.
En este sentido, startup y PyMES pueden obtener muchos beneficios si recurren a una solución de contabilidad en la Nube. Podrán disponer de la información financiera en tiempo real y los empresarios, co-founders, y profesionales contables podrán monitorear el avance del negocio. A medida que crezca el proyecto, tener automatizada esta información será vital para entrar en diálogo con potenciales inversores en rondas, auditorías y tomar decisiones (y hacer proyecciones) basadas en datos certeros.
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